Nuestro Padre Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída


Autor: Luis Álvarez Duarte.

Círculo: Sevillano.

Fecha de ejecución: 1992.

Bendición: Sábado día 11 de marzo de 1995, en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de Santa María de la Encarnación, por el Vicario de la Diócesis Ilmo. Sr Don Francisco Alarcón Alarcón.

Materiales: Madera de cedro, policromada.

María Santísima de los Desamparados


Autor: Luis Álvarez Duarte.

Círculo: Sevillano.

Fecha de ejecución: 1998-2000.

Bendición: 9 de diciembre de 2000, en la iglesia parroquial de Santa Teresa, por el Rvdo. P. Francisco Alarcón Alarcón, párroco de Santa Teresa y Director Espiritual de la Hermandad.

Iconografía: Virgen Dolorosa.

Materiales: Madera de cedro, policromada.

Luis Álvarez Duarte, nuestro escultor

Rafael Rodríguez Puente
en Dramaturgia Procesional en Almería
Arte, historia y escenografía devocional de la Semana Santa

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Nacido en Sevilla y con taller en la actualidad en Gines, Luis Álvarez Duarte (1950-) es, sin duda, uno de los destacados y célebres escultores del círculo sevillano que va a dejar su impronta en Almería. Su trayectoria lo sitúa como uno de los más sobresalientes de la saga de artistas que trabajarán durante la segunda mitad del novecientos hasta nuestros días. Se formó en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, aunque no se matriculó, y junto a Francisco Buiza Fernández, Antonio Eslava Rubio y Rafael Barbero Medina. Su definido sello personal y su acusada creatividad lo llevaron a modernizar los presupuestos de la imaginería de los siglos XVII y XVIII, aportando un estilo inconfundible a la hora de la terminación de la talla, tratamiento de la policromía y unción religiosa para el creyente.

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Su primera aportación para las cofradías almerienses fue la Virgen de Fe y Caridad (1989), de la Hermandad Eucarística de la Santa Cena. En ella, el artista deja patente la influencia directa que ejerce en sus obras, en esos momentos, la sevillana Virgen de la Esperanza de Triana, a la que el propio Duarte llegaría a intervenir en 1981 y 1989. Así, en la dolorosa de Fe y Caridad imprimiría el prototipo de mujer andaluza de tez morena, hermosura castiza y penetrantes ojos grandes y oscuros.

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Tres años más tarde efigiaría para Almería su primera imagen cristífera. Se trata de la notable escultura de Jesús de Salud y Pasión en su Tercera Caída (1992), donde el artista logra una obra de gran delicadeza y expresividad, en la que se conjuga el sufrimiento del Nazareno, caído en tierra, con la belleza de sus facciones y el intenso color verde impreso a las pupilas. El resultado se nos antoja excelente. En esta pieza el escultor hispalense llega las máximas cotas del barroquismo sevillano, con una perfecta y minuciosa labor descriptiva de la superficie capilar. Según advierte el propio autor «es una imagen que conmueve más a la devoción por su dulzura, su valentía y, sobre todo, por la unción religiosa que posee. Yo diría que dentro de mi obra es portentosa».

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De similar tratamiento en su modelado, aunque con notorio oscurecimiento de la policromía y distinta iconografía, es la efigie de Jesús de las Penas en el Abandono de sus Discípulos (1992), muy en la línea del Cautivo y Rescatado (1992) de la parroquia de San Ignacio de Loyola de Sevilla. El imaginero talló esta magnífica imagen en homenaje a sus padres, teniendo expreso deseo de que fuese a parar a la iglesia de San José de Sevilla. Sin embargo, desavenencias con el párroco a la hora de buscar el lugar idóneo dentro del templo, propició que la corporación de Santa María Magdalena adquiriera de inmediato la efigie. Su puesta al culto tuvo lugar el día dieciocho de marzo de 2001, en la capilla de Real Hospital Provincial, tras la solemne bendición y con asistencia del propio artífice de la obra. Se trata de un Cautivo itinerante, de hermoso semblante apesadumbrado y cetrinas carnaciones, cuya profunda emotividad se realza gracias al pormenorizado tratamiento de la cabellera y la barba, al modo leonino, y la presencia de las lágrimas de cristal, que contrastan con las angulosidades del modelado.

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Su producción escultórica para Almería concluye con dos de sus más distinguidas obras marianas contemporáneas que las llevarán a alcanzar el calificativo de obras cumbres, en paralelo a la Virgen del Patrocinio (1973), de la Hermandad del Cachorro de Sevilla, la Virgen de la Soledad (1975) de la franciscana fraternidad del mismo nombre, de Córdoba, y la Virgen de la Merced (1981-1982), de la Cofradía de la Humildad (Ecce-Homo) de Málaga. Cronológicamente, la primera de ellas es la Virgen del Rosario del Mar (1996) de la capilla del Real Hospital Santa María Magdalena. Esta dolorosa, de finas facciones, labios entreabiertos, nacaradas carnaciones y hoyuelo en la barbilla, es el prototipo de modelo femenino perfecto, de acusada belleza y apreciable dulzura en la expresión del rostro, pese al sufrimiento contenido por la muerte de su Hijo, dolor que se muestra de forma inconfundible al advertirse los párpados hinchados, a causa del llanto, y la caída de siete lágrimas de cristal, que simbolizan los siete dolores de María. Sin duda, posee un sello único e inconfundible, tanto en su expresión como en el característico tratamiento de la policromía. Conceptualmente, ofrece en cierto modo analogías con respecto a la Reina de los Cielos, titular de la Agrupación de Cofradías de Málaga, si bien la versión almeriense se nos antoja superior, sobre todo, en la resolución de las carnaciones.

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En el caso de la Virgen de los Desamparados (1998-2000), de la Cofradía de Pasión, Álvarez Duarte rompe con los criterios iconográficos hasta ahora cultivados, efigiando una dolorosa algo más dramática de lo habitual, de ojos entornados y enrojecidos como consecuencia del llanto, mirada ausente, boca pequeña y expresión introvertida de inequívoco signo romántico. Sin duda, se trata de una imagen mariana que nos recuerda los presupuestos estéticos de la escultura granadina decimonónica, difundida principalmente por Torcuato Ruiz del Peral, si bien mantiene elementos habituales de Duarte, como es el mentón partido por el hoyuelo.

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En el capítulo de restauraciones, su primera participación fue en 1982, al intervenir en las manos de la Virgen del Consuelo, original de Antonio Castillo Lastrucci. Posteriormente, fue requerido por la Hermandad de Estudiantes en 1989 para policromar de la talla de la Virgen del Amor y la Esperanza y, siete años más tarde, volvió a participar en esta escultura, así como en el grupo de la Oración en el Huerto, como consecuencia del incendio surgido en la madrugada del Jueves Santo de 1996 en la Catedral.

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Finalmente, en 2001 actuó en la dolorosa de la Cofradía del Silencio, tras la colocación de unas nuevas pestañas.

 
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